martes, 5 de febrero de 2019

Polvo de Hadas

(Artículo redactado en 2017)

Año 2013, Aldradach, campamento del Tercio Viejo de Espinosa. 
Doña Isabel Castillo i Texeiro gustaba de experimentar de cuando en cuando. Como cirujana del tercio había tenido que sanar heridas de lo más extrañas, y en aquellas tierras, rodeada de seres mágicos y/o de lo que algunos llamarían herejes e impíos, Isabel no podía ocultar su curiosidad. Se había percatado días atrás de que Eiri, el alegre hada de azules ropajes que había rescatado a los soldados en su periplo naval tratando de llegar a Aldradach, desprendía un fino polvo brillante de sus alas. Sin que la fae se percatara, Isabel tomó una minimísima muestra con los dedos y la chupó. Al instante sintió como una sonrisa se dibujaba en sus propios labios y su humor mejoraba rápidamente. El efecto se desvaneció pronto, pues la dosis fue muy baja, pero supo que debía investigar más sobre esto. Esta vez pidió permiso a Eiri para recolectar algo más de ese polvillo de sus hadas, y la criaturilla, encantada, accedió. Al parecer sentía cosquillas cuando le tocaban las alas.
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Eiri, cuyas alas comenzaron todo.
na vez conseguido el material, Isabel se lo confesó a su ayudante, la barbera Rosa Maria Alonso de Quevedo, y ambas coincidieron en probar el extraño elixir en o con sus compañeros, de modo que sin que la furriel Carmen se percatase... rociaron el puchero de aquel día con el polvo de las alas de Eiri. 
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Isabel de Castillo i Texeiro
Al disolverse con la gran cantidad de comida el efecto fue corto y leve, pero funcionaba. Casi todos los soldados y miembros del Tercio, casualmente los más bajos de estuatura y con complexiones menos fuertes, se vieron afectados por una alegría y exaltación de la amistad digna de un hada, y una percepción del mundo que les rodeaba más positiva de lo normal. Definitivamente el polvo de alas de hada resultaba ser una droga benigna de resultados divertidos. Lo cual era equivalente a dinero. 
Cuando Isabel se marchó de Aldradach para regresar a España hizo una parada con una breve estancia en Khorvaire, ciudad en la que instauró brevemente su hospital Virgen del Remedio. Allí conoció a Sephora Salazar, una gitana con un gran donde gentes a quien le habló de esta droga. Sephora adquirió un poco y la envió a un tal Diamond Darok, dueño del burdel La Concha Escarlata, que compartió la droga con Avryale Eboras, una elfa exploradora que no dudó en sacar beneficio del asunto. 

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Sephora diciendole a Isabel que su familia gitana tiene las manos más limpias que ella.
-¿Y dices que es polvo de hadas? ¿Así, sin más?
-Tal cual, puro.
La elfa miró el botecito de cristal a trasluz. Era un fino polvo que destelleaba en múltiples colores. Se encogió de hombros.
-¿Cómo lo has conseguido? No había escuchado hablar de ello. -Preguntó, intrigada.
-Es que es muy desconocido. A mi paso por Aguasprofundas hice un contacto en el continente de Faerun; mi amiga Sephora me lo envía desde Khorvaire. -Respondió el elfo gris, con una sonrisa pícara. 
-Eso está lejos de cojones...
-Y a ella se lo han traído desde Aldradach.
-Y eso está al otro lado del mundo. 
-Llévate un poco, mira a ver cómo funciona en la calle y me cuentas. 
-No me hables como si fuera un camello, Darok, sabes que no vas a ver ni una sola moneda. Lo poco que vendo de cuando en cuando es por y para mí. 
-Lo sé, es un regalo. -El guiñó el ojo. 
Unos días después Avryale partió en viaje hacia la Isla Esmeralda, donde habitaban unas hadas y otros seres faericos con los que tenía gran relación, y como hiciese Isabel de Castillo en su momento, la exploradora recogió algo de polvo de las alas de sus primas lejanas y lo obsequió a algún que otro interesado y funcionó; además observó que las pixies también tenían cierto polvillo sobre la piel, que generaban de forma natural, así que lo recolectó. El polvo de hada resultó tener el mismo efecto que el que Darok le había dado traído de Aldradach, pero el polvo de pixie no sólo aportaba buen humor y alegría al afectado, si no que le otorgaba una subida de libido más que remarcable. Lo cual hacía que su valor aumentase. 

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Tratar con hadas y pixies no es tarea fácil.
Antes de marcharse de la Isla Esmeralda Avryale recolecto suficiente polvo de pixie y hada como para poder ganarse un dinerillo de cuando en cuando durante un año. Lo cierto era que sus primas estaban encantadas con el asunto, ya que las cosquillas les parecían divertidas y les encantaba agitarse y sacudir los brazos.
La exploradora llevó ambos estupefacientes consigo en sus siguientes viajes. Carrera Blanca, la Isla Esmeralda, Bryn Shander... aparentemente el ofrecerlos de aquí a allá hizo que la fama de Polvo de Hada se extendiese... 

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